"Según la creencia popular, la violeta es el símbolo de la primavera. En la Edad Media,
en el sur de Alemania, era costumbre atar en un mástil la primera violeta encontrada, y
se bailaba a su alrededor para dar la bienvenida a la primavera.
En estos versos, que son como una invitación a la humildad,
sé como la violeta,
modesta en el hierbal, estricta, pura,
no como la rosa,
que siempre asombro despertar procura.
Nos encontramos con la modestia y honestidad expresados ya por San Bernardo.
El santo llamó a esta flor "violeta de la humildad". Fue adoptada como símbolo de la Virgen María.
Cuando el emperador Napoleón fue desterrado a la isla de Elba, prometió a sus seguidores,
que volvería junto con las violetas en la próxima primavera. A partir de aquel momento la
violeta fue el emblema de los bonapartistas y la contraseña de quienes deseaban su retorno.
Se llevaron ramilletes de violetas en su honor, se crearon accesorios de todas clases con violetas
y se popularizó el brindis: "Por nuestro capitán Violeta y por su regreso en primavera".
Y, en efecto, Napoleón volvió el primero de marzo de la próxima primavera, aunque sólo
fuese para un período de cien días. Las mujeres le saludaron con violetas que llevaban en las
manos y en el cabello. A la muerte de Napoleón se encontraron dos violetas secas en una cajita
dorada que colgaba de su pecho.
Se dice que él las había cogido del sepulcro de su mujer, Josefina, después de la batalla de Waterloo.